Las pinturas rupestres han sido esencialmente expresiones
primitivas de carácter mágico y espiritual con las que, en el amanecer
del ser humano, tratábamos no solo de recrear la realidad, sino también
de plasmarla, es decir: penetrar en la realidad misma para darle la
forma que nosotros deseábamos. Dicen, por ejemplo, que el ser humano primitivo pintaba animales porque creía que así tendría más poder para cazarlos.
Entonces yo quiero utilizar el poder
mágico de las palabras y la escritura para poder plasmar la realidad que
me rodea, expresando en estas paredes mi voz y mi mirada sobre algunas de las cosas que nos rodean, pretendiendo así ser capaz de tejer mis propios sueños y traerlos a la realidad.
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